Esta última semana
hemos visto como se truncaba la gran apuesta para Europa del magnate Sheldon
Aldenson, para construir su gran casino en los terrenos de la localidad de
Alcorcón, en Madrid (España).
Es posible que dicho
fracaso se deba a multitud de variables, tanto económicas como sociales, pero
todo parece que el proyecto no tenía buena pinta desde un principio, aunque
muchas empresas y empresarios veían una buena oportunidad de negocio en todo
ello.
En mi opinión, la
decisión del COI de rechazar a la candidatura madrileña de ser la sede olímpica
en 2020, haya influido muy negativamente en el futuro del proyecto, pero también
tenemos que tener en cuenta que muchos de estas propuestas tienen más de
especulativas que de una visión más realistas del entorno, sobre todo cuando
las condiciones impuestas por el promotor iban en contra de varias leyes en
vigor.
Sin embargo, esto nos
hace reflexionar sobre la situación de la economía mundial, donde asistimos a
un gran casino, en el que encontramos multitud de juegos de azar (como la
ruleta, el póker, el blackjack, etc.), pero muy alegremente sin tener en cuenta
que las consecuencias de esas apuestas, son sufridas por terceras personas, las
cuales no participan y en muchos casos, ni saben que son parte interesadas en
las mismas.
Es curioso observar que
las empresas y gobiernos juegan alegremente, incluso arriesgándose, de forma
temeraria en muchos casos, pero sin ser conscientes del resultado de los
mismas, y paradójicamente, no se sienten responsables si el desenlace ha
resultado negativo. Y en muchas ocasiones suelen atribuirlo a una mala racha o
al fallo de un sistema infalible.
Pero en todo juego hay
ganadores y perdedores. ¿O sencillamente una cuestión de azar, o unos pocos
controlan las reglas de juego? Da la sensación que algunos juegan con las
cartas marcadas o con información de cómo se va a desarrollar el juego, o
simplemente se sienten lo suficientemente seguros de no perder demasiado, bien
por no ser su dinero, o por tener su crédito cubierto.
Lo que realmente asusta
son las enormes cantidades de dinero que se manejan, mareantes para el
ciudadano medio, las cuales cambian de mano de forma pasmosa, utilizando una
jerga o lenguaje de difícil comprensión para el público en general.
Se intentan crear leyes
y normas de juego, pero como en todo, existen lagunas, las cuales son hábilmente
utilizadas. Lo que sí que es seguro, que aunque sea parte de nuestra renta la
que está en juego, a la mayoría de nosotros no se nos permite la entrada en ese
Eurovegas económico.