viernes, 26 de junio de 2015

Los pretorianos económicos

En la antigua Roma, los cesares tenían tres objetivos claros, como cualquier líder que quiera alcanzar el trono: como llegar al poder, como mantenerse y sobre todo en qué y en quien confiar. El Emperador lo que si tenía claro, que necesitaba la lealtad total y sin fisuras de la guardia pretoriana. Una tropa de élite, muy bien entrenada, que estaba representada por los mejores soldados del imperio, sobre todo porque la paga era extraordinaria. Por ese motivo, todo legionario o militar quería enrolarse en el cuerpo.
Sin embargo, en muchas ocasiones, podrían cambiar sus lealtades por otras opciones más lucrativas, ya que lo que realmente interesaba, lógicamente, era mantener ese buen nivel de vida. Por lo que en más de una ocasión, derrocaban cesares y proclamaban a otros, más manejables o que les garantizasen mayores cuotas de poder y/o dinero.
En la época actual, tenemos muchas guardias pretorianas, las cuales luchan por intervenir, influir, manipular e incluso derrocar a los gobiernos. Y no solo a nivel nacional, también a nivel internacional. Lo detectamos en menor o mayor poder de incidencia entre los contantes vuelcos de los acontecimientos, tanto políticos, como económicos.
No hablamos solo de lobbies, también de empresas o sectores estratégicamente situados en las economías nacionales y sobre todo a nivel internacional, cuyas influencias son cada vez más notorias. Deslumbrándose cada vez más, una menor independencia de los poderes públicos, al estar cada vez más afectados, directa o indirectamente por las presiones de dichos grupos, sobre todo a nivel energético y financiero.
Pero no solo lo vemos en estos campos, también a nivel de órganos de gobierno, dónde siempre hay una guardia de leales, los cuales, no solo apoyan más por sus propios intereses, a sus líderes, sino que en muchas ocasiones dificultan las posibilidad de tomar decisiones, bien filtrando las noticias, o solo ofreciendo una parte de la realidad, lo cual llega a crear una especie de burbuja, alimentada por el miedo a perder el poder. Por lo que en muchas dictaduras, sus líderes, siguen en el poder, más como prisioneros de sus pretorianos, que por su voluntad de seguir gobernando.
En muchas ocasiones, se comete el error del cesar, el cual consiste en lo siguiente: “si una persona me dice que soy un dios, no me lo creeré, pero si son muchas, terminaré por creérmelo”. Ahí radica desde el principio de los tiempos, en el arte de la política, la cual, muchas veces el poder se encuentra, más en las sombras, que a simple vista……

martes, 2 de junio de 2015

La piscina económica



Cuando veíamos al pato Donald, siempre veíamos al tío Gilito, el gran millonario, que se tiraba desde un trampolín hacia una montón de dinero, como si de un piscina se tratara. Es una imagen, que sobre todo comunicaba la opulencia, incluso la codicia humana, pero sobre todo ostentación de poder.
Pero la similitud no queda en una simple anécdota, la propia economía en la cual nos manejamos todos, no es más que nuestras propias piscinas, cada una con su tamaño. Algunas están rebosantes del agua, y otras totalmente secas, y lo que es peor, sin posibilidad de llenarse.
Lo ideal es una piscina llena, con agua para poder bañarse tranquilamente, pero las piscinas económicas tienen un problema, pierden agua (gastos) y por ello necesitan rellenarse (ingresos). El objetivo es conseguir el equilibrio entre las salidas y entradas, y es aquí donde surgen los grandes inconvenientes, porque influyen demasiados factores, los cuales son cambiantes, que hacen que dicho equilibrio no siempre funcione. Hay circunstancias que hacen que el agua se pierda con más rapidez (ocurre, por desgracia, con mucha frecuencia) y la entrada del líquido elemento  ni es el esperado,  y para más desgracia, no llega en el momento oportuno.
Además, algunos tienen más agua para llenar sus piscinas que otros, incluso retienen la misma, aunque les sobre para la piscina, sencillamente para diferenciarse de los demás, y sobre todo, para estar muy seguros de que no les faltará nunca, aunque puedan llenar muchas piscinas. Este problema lo tenemos desde el comienzo de la humanidad.
Ahora bien, actualmente, la piscina de todos tiene un gran problema (la actual crisis). Sencillamente, se derrochó gran cantidad de agua e incongruentemente no se ha rellenando en misma proporción. Sale más agua de la que entra porque en las piscinas particulares, al no haber suficiente fluidez de agua, se retiene o se evita que se pierda,  porque al entrar menos, se intenta  que no se derroche.
Para empeorar más las cosas, se necesita mucha cantidad de agua para que se vuelva a los niveles anteriores. Los gobiernos intentarán, a través de los impuestos conseguir esa agua, pero los ciudadanos, cada vez con menos ingresos, no podrán hacer frente a esa situación, y una de las razones está en que las empresas no quieren desprenderse de sus excedentes de agua para seguir teniendo beneficios.
Se habla de que estamos en una recuperación económica, pero los ciudadanos ven que sus piscinas siguen igual o más vacías. Las grandes empresas se han acostumbrado a recibir más líquido que soltarlo. Por lo que nos encontramos con una situación de bloqueo, pues, como en la naturaleza, el dinero y el agua no son inagotables y por el momento, no podemos, aunque alguno crea lo contrario, inventárnoslo de la nada y engañarnos a nosotros mismos, tampoco nos llevaría a ninguna parte..
Como decía un anuncio de concienciación ciudadana: no solo debemos de ahorrar agua, también hay que saberla repartir……..

martes, 21 de abril de 2015

La línea de flotación económica.

Todos sabemos que en la navegación existe el concepto de la línea de flotación, es decir, que es el punto en el cual la nave flota. Y es muy importante mantener esa frontera bien controlada sino queremos que el barco se hunda.
Cuando vemos una película bélica, sobre todo en batallas navales, siempre sale un submarino, el cual sigilosamente,  como si de un fantasma se tratará, lanza un torpedo justo apuntando por debajo de la línea de flotación del objetivo. Si da en la diana, el barco enemigo, podrá tardar más o menos tiempo se hundirá, o en el mejor de los casos, estará dañado para el combate. De ahí, el temor de los convoyes que llevaban suministros, ya que eran las mejores presas para los submarinos, sobre todo los del bando alemán en la segunda guerra mundial.
En la economía también hay puntos débiles o líneas de flotación, las cuales, muchos expertos hablan de ellas, aunque algunas no lo sean tanto  y otras si lo son, pero se mencionan menos. Continuamente escuchamos comentarios sobre los costes, la productividad, la rigidez del mercado laboral, la formación, etc. Todos estos temas imprescindibles para que una economía funcione más o menos bien.
Sin embargo, lo curioso es cuando el torpedo no ha sido lanzado por un torpedo enemigo, sino amigo, incluso del mismo país. Es cuando se comenta que tal empresa se ha disparado en un pie, es decir, ha cometido un error garrafal, en muchas ocasiones incomprensible e imperdonable.
Aunque a nivel de la pequeña empresa pueda ser algo habitual, cuando hablamos de las grandes cifras vemos que también se torpedea las líneas de flotación. Un ejemplo ilustrativo: “España vive una burbuja inmobiliaria, la mayor parte de la producción y de la inversión del país, va destinado a la construcción”. De repente, por una supuesta falta de mano de obra, se acepta una gran entrada de emigrantes, los cuales vienen atraídos por el supuesto el dorado de este sector emergente. Por otra parte, la financiación se dispara a cotas inimaginables, pero no solo los compradores de las viviendas, sino las empresas que ven más rentable pedir créditos a invertir con fondos propios, hasta las instituciones públicas acuden al crédito fácil y barato.
Parecía un escenario ideal, pero empieza a surgir la idea de reducir cada vez más los costes, bajando los salarios y sobre todo precarizando los contratos laborales. Y ese fue el torpedo que dio con la línea de flotación. ¿Por qué? Sencillamente, los créditos estaban a unas cuotas cada vez más altas, y al bajar los salarios, despido masivo de profesionales, y sobre todo la inseguridad en el puesto de trabajo, dio como resultado que se elevara el riesgo de morosidad. Por un tiempo, las cosas parecían que no iría a mayores, ya que el mercado seguía financiándose, pero en fondo se engañaba a sí mismo.
De improviso, los bancos cerraron el grifo crediticio por miedo a los impagos, esto hizo que como unas fichas de dominó fueran cayendo una tras otra. Y se formó una crisis que en la actualidad nos afecta.
Después, hemos sido testigos de cómo el sistema, no solo estaba lleno de fallos, sino de una verdadera corrupción, la cual nos sobresalta un día sí, y otro también.
Pero el gran error, en mi opinión, no es solo vivir una mentira, sino, no haber seguido viviendo de acuerdo con esa mentira. Si vives en un escenario en el la especulación es la estrella debes de mantener las rentas para que esa burbuja se mantenga. No se puede pretender vivir de un negocio cuyos productos sean caros y por otro lado, que los trabajadores cobren poco, sobre todo si esos trabajadores son los clientes que compran dichos productos. Al final, la gallina de los huevos de oro se nos murió, sencillamente porque alguien pensó que seguiría dando huevos, sin alimentarla……

miércoles, 4 de marzo de 2015

Los robots no compran



En los últimos tiempos, hay una obsesión por los costes laborales en todo el mundo. Incluso ya se está hablando de la próxima revolución, que será la robótica, la cual ya se utiliza en muchos sectores, sobre todo en el automovilismo, donde realizan tareas repetitivas con absoluta perfección.
Sabemos que la rapidez y la precisión son vitales a la hora de realizar la construcción y/o fabricación, incluso en sitios remotos o peligrosos para cualquier ser humano. Por lo tanto, las ventajas son más que obvias, ya que no hay que abonar salarios, no hacen huelgas, no hacen descansos, y sobre todo, no se van de vacaciones.
Sin embargo, estas ventajas son a todas luces a corto plazo, porque destruiría muchos puestos de trabajo, porque ya no serían rentables. Aunque, paradójicamente, los salarios son parte esencial del circuito económico, sin ellos, gran parte de la población carecería de la suficiente renta para consumir los productos y servicios que necesitan, y las empresas tendrían la situación de, no solo de tener menos costes, sino de la facturación que obtienen a través de sus ventas. Sin entrada de dinero, es imposible generar beneficios.
También se apreciaría otro gran dilema, porque gran parte de los impuestos directos e indirectos se gravan a los trabajadores. Si estos no tienen salarios, los estados no podrían recaudar, por lo tanto, no sería posible optar a los servicios mínimos que la sociedad necesita.
Una solución sería gravar económicamente con impuestos a los robots, como si fueran sus sueldos y esto serviría para obtener los recursos necesarios para mantener a la población, y a la vez, que puedan seguir consumiendo, y de este modo las empresas seguirían facturando, y por lo tanto, seguir siendo rentables.
El problema, será cuales serían esos recargos por usar esta nueva tecnología, porque habría que establecer los límites, porque a nadie se le escapa que estos cargos supondrían un coste, que en algunos países serían más competitivos usando mano de obra humana.
Por otro lado, sabemos que una sociedad totalmente subvencionada, no sería positiva, al no tener que realizar esfuerzo alguno para obtener los sueldos necesarios para sobrevivir, además de aumentar las diferencias sociales.
El progreso, en definitiva, trae consigo sus ventajas, pero también sus inconvenientes. Hemos de ser lo suficientemente inteligentes para saber cómo se van implantar dichos avances y saber adelantarse a los acontecimientos. Ya tenemos experiencias, tales como la revolución industrial, la cual hizo cambiar a la sociedad. Nada volvió a ser como antes, y tampoco los será en la próxima revolución. En nuestras manos estará la responsabilidad de no caer en los mismos errores. Aunque, en mi opinión, siempre solemos cometerlos.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Low Cost: "¿Los negocios del futuro?"



Hace unos años se empezaba a ver negocios que se llamaban: “todo a cien”, era cuando todavía existía la peseta en nuestras vidas. La idea era que podías encontrar artículos cuyo precio no superaban esa cifra. Más adelante, con el euro, se cambió al “todo a un euro”, ya que se percibía como de igual valor o precio.
Pero poco a poco, empezaron a aflorar negocios, los cuales se bautizaron como: “los chinos”. Establecimientos dónde supuestamente podrías encontrar, a muy bajo precio, cosas interesantes, sin embargo, la calidad no es su punto fuerte. Y ya es parte del paisaje urbano de nuestros barrios, y en muchas ciudades del mundo.
A partir de 1985, en Dublín, se fundó una aerolínea que cambiaría el concepto de los viajes en avión. Se llama Ryanair, y podríamos llamarla “como los chinos de las líneas aéreas”, proponiendo unos precios muy baratos para viajes de corta duración, no solo en viajes por España, sino en toda Europa. Pensemos que un vuelo de Madrid a Alicante o Madrid a Dublín, podría costar más de 200€ en cualquier compañía, sin embargo, solo has de pagar unos 70 si eliges esta empresa irlandesa.
La reacción no se hizo esperar, sobre todo con un público, al cual no le importaba la comodidad, pero si el precio; y si te cobran por ir en avión, igual que si fueras en autobús, elegirías con los ojos cerrados. Aunque, para ser honestos hay algo de gato encerrado, ya que una vez en vuelo, no hay descanso en ofrecer una gran gama de productos al pasajero.
Y este concepto de negocio no es único, ya hay cervecerías, bancos, seguros, peluquerías, abogados, dentistas, moda, electrodomésticos, muebles, coches, telefonía, restaurantes, etc. Casi todos los sectores están implantando este sistema de negocio, pero el interrogante es porque proliferan. Y puede haber muchas respuestas, aunque hay una por encima de todas. LA CRISIS.
El tiempo de los sueldos altos o de los negocios boyantes, y sobre todo los empleos para toda la vida, ya son parte del pasado, de ayer mismo, pero ya es historia y probablemente no vuelva a ocurrir. Por lo tanto, hemos de decidir o mejor dicho, priorizar los gastos, lo que supone buscar opciones más baratas al disponer de menos renta.
No hay más alternativa de sacrificar algo la calidad o renunciar a la fidelidad de la marca, optar por alternativas que se ajusten al presupuesto, y no solo las familias, las empresas también. Este cambio de comportamiento hace que las compañías busquen una marca que satisfaga este tipo de necesidad, creando marcas de bajo coste para seguir manteniendo a la clientela.
Esto lleva al paradigma, que lo que hay que conseguir es vender, facturar. Al ser los precios más bajos, lo serán los márgenes, por lo tanto, hay que conseguir llenar los aviones, los restaurantes, los hoteles, etc., al máximo. Por lo que se necesita una campaña de comunicación muy agresiva. También, hay que calcular los costes al milímetro, con el fin de conseguir la rentabilidad lo antes posible.
Las ofertas de calidad no desaparecerán, pero tendrán menos clientela, y será complicado que todas ellas puedan acceder o vivir del mismo mercado, ya que la mayoría optará, o ha sido obligada a elegir el precio como la única alternativa, con la esperanza de que vengan tiempos mejores.