lunes, 21 de abril de 2014

¿Volverán los imperios?



Después de la semana santa, las televisiones y los medios de comunicación, nos han recordado el sufrimiento, que tuvo que padecer Jesús en la cruz. Algunos, con algo de rigor, nos aleccionaban sobre las circunstancias de aquella época para que podamos entender las reacciones, y sobre todo las decisiones, cuyo final todo sabemos. Sin embargo, hemos de entender que en aquellos tiempos, Roma dominaba el mundo conocido.
Por esta razón, la historia de la humanidad  siempre no han relatados de imperios y ejércitos que ejercían su influencia en la zona, bien por intereses estratégicos, aunque en la mayoría de las ocasiones, las batallas obedecían a la pura codicia de los propios protagonistas. No olvidemos que lo más importante son las rutas comerciales y los recursos naturales, cuyo control garantiza  no solo riqueza y estabilidad, sino, sobre todo el poder.
A diferencia de los imperios antiguos, hoy en día, sus hegemonías no son tan alargadas en el tiempo. Por ejemplo, los árabes estuvieron más de 8 siglos (dominando la península ibérica), actualmente, lo podemos medir en décadas. Pero la gran controversia está en las formas de control que se tiene sobre los enemigos y la población. Se usan medios más sutiles, más maquiavélicos para conseguir subyugar a los habitantes de las zonas ocupadas. Ya no son suficientes los conceptos de patria, tierras, o naciones, porque los campos de batallas ya no se limitan a unas líneas en el mapa, hay otros campos de batalla lejos de los ojos de la mayoría de la gente, pero también recibimos las sus consecuencias, aunque sea virtual.
Observamos como unas decisiones en un parquet de una bolsa puede hacer que nos quedemos sin trabajo, o que nuestro país tenga duras restricciones económicas, o simplemente que una fuerte subida de una divisa afecte a los precios de los alimentos, y sobre todo a mi renta.
El interrogante, es saber quiénes son los dominadores de estos nuevos imperios, de estas nuevas formas de control. Estamos habituados a las fronteras, a los tanques, a las trincheras, a las batallas, etc.;  podríamos vislumbrar al enemigo, conocerle y aprender a poder vencerlo, prever sus movimientos, especular con las consecuencias. Al fin  al cabo, la historia de la humanidad es un relato de diferentes batallas o guerras encadenadas  con algunos intervalos de treguas o periodos de paz, aunque siempre se terminan, al cometer los mismos errores, que hacen volver el egoísmo y la avaricia de alcanzar el poder de la forma más rápida.
Ahora, supuestamente vivimos en un periodo de paz, pero siempre con el corazón en un puño, con el miedo en el cuerpo de que en cualquier momento pueda saltar por los aires este frágil estado de bienestar, y posiblemente este sea el nuevo imperio, la nueva forma de dominación. El temor a perder nuestras libertades  muy probablemente es el causante de que las estemos perdiendo.
Porque poco a poco, no somos dueños de nuestros destinos, nos decimos a nosotros mismos que vivimos en democracia, aunque cada vez somos menos protagonistas de las decisiones que se toman, pero sí que lo somos de sus consecuencias.
Posiblemente, los nuevos imperios no necesiten las armas o el terror de la guerra para esclavizarnos, sencillamente, dándonos o quitándonos la comida de la boca, lo estén consiguiendo…..