Después de la
semana santa, las televisiones y los medios de comunicación, nos han
recordado el sufrimiento, que tuvo que
padecer Jesús en la cruz. Algunos, con algo de rigor, nos aleccionaban
sobre las circunstancias de aquella época
para que podamos entender las reacciones, y sobre todo las decisiones, cuyo final todo sabemos. Sin embargo,
hemos de entender que en aquellos tiempos, Roma
dominaba el mundo conocido.
Por esta razón, la historia de la humanidad siempre no han relatados de imperios y ejércitos
que ejercían su influencia en la zona,
bien por intereses estratégicos, aunque en la mayoría de las ocasiones, las batallas obedecían a la pura codicia
de los propios protagonistas. No olvidemos que lo más importante son las rutas comerciales y los recursos
naturales, cuyo control garantiza no
solo riqueza y estabilidad, sino,
sobre todo el poder.
A diferencia de los
imperios antiguos, hoy en día, sus hegemonías no son tan alargadas en el
tiempo. Por ejemplo, los árabes estuvieron
más de 8 siglos (dominando la península ibérica), actualmente, lo podemos medir en décadas. Pero la gran controversia
está en las formas de control que se
tiene sobre los enemigos y la población. Se usan medios más sutiles, más maquiavélicos para
conseguir subyugar a los habitantes de las zonas ocupadas. Ya no son
suficientes los conceptos de patria, tierras,
o naciones, porque los campos de batallas ya no se limitan a unas líneas en
el mapa, hay otros campos de batalla
lejos de los ojos de la mayoría de la gente, pero también recibimos las sus
consecuencias, aunque sea virtual.
Observamos como unas decisiones en un parquet de una bolsa puede hacer que
nos quedemos sin trabajo, o que nuestro país
tenga duras restricciones económicas, o simplemente que una fuerte subida de una divisa afecte a los precios
de los alimentos, y sobre todo a mi renta.
El interrogante, es saber quiénes son los dominadores de estos nuevos imperios,
de estas nuevas formas de control. Estamos habituados
a las fronteras, a los tanques, a las trincheras, a las batallas, etc.; podríamos vislumbrar al enemigo, conocerle y aprender a poder vencerlo, prever sus
movimientos, especular con las consecuencias. Al fin al cabo, la historia de la humanidad es un relato
de diferentes batallas o guerras
encadenadas con algunos intervalos
de treguas o periodos de paz, aunque siempre se terminan, al cometer los mismos errores, que hacen volver el egoísmo y la
avaricia de alcanzar el poder de la
forma más rápida.
Ahora, supuestamente vivimos en un periodo de paz, pero siempre con el corazón en un puño, con el miedo en el cuerpo de que en
cualquier momento pueda saltar por los aires este frágil estado de bienestar, y posiblemente este sea el nuevo imperio, la nueva
forma de dominación. El temor a perder nuestras libertades muy probablemente es el causante de que las estemos perdiendo.
Porque poco a poco, no somos dueños de nuestros destinos, nos decimos a nosotros mismos que
vivimos en democracia, aunque cada vez somos menos protagonistas de las decisiones que se toman, pero sí que lo
somos de sus consecuencias.
Posiblemente, los nuevos imperios no necesiten las armas o el terror de la guerra para
esclavizarnos, sencillamente, dándonos o quitándonos la comida de la boca, lo estén
consiguiendo…..