Hace unos años se
empezaba a ver negocios que se llamaban:
“todo a cien”, era cuando todavía existía la peseta en nuestras vidas. La idea era que podías encontrar
artículos cuyo precio no superaban esa cifra. Más adelante, con el euro, se cambió
al “todo a un euro”, ya que se percibía
como de igual valor o precio.
Pero poco a poco, empezaron
a aflorar negocios, los cuales se bautizaron como: “los chinos”. Establecimientos dónde supuestamente podrías
encontrar, a muy bajo precio, cosas
interesantes, sin embargo, la calidad no es su punto fuerte. Y ya es parte del paisaje urbano de nuestros barrios, y
en muchas ciudades del mundo.
A partir de 1985, en Dublín, se fundó una aerolínea
que cambiaría el concepto de los viajes
en avión. Se llama Ryanair, y
podríamos llamarla “como los chinos de
las líneas aéreas”, proponiendo unos precios muy baratos para viajes de corta duración, no solo en viajes por
España, sino en toda Europa. Pensemos que un vuelo de Madrid a Alicante o
Madrid a Dublín, podría costar más de
200€ en cualquier compañía, sin embargo, solo has de pagar unos 70 si eliges esta empresa irlandesa.
La reacción no se hizo
esperar, sobre todo con un público,
al cual no le importaba la comodidad,
pero si el precio; y si te cobran por ir
en avión, igual que si fueras en autobús, elegirías con los ojos cerrados.
Aunque, para ser honestos hay algo de
gato encerrado, ya que una vez en vuelo, no hay descanso en ofrecer una gran gama de productos al pasajero.
Y este concepto de
negocio no es único, ya hay cervecerías,
bancos, seguros, peluquerías, abogados, dentistas, moda, electrodomésticos,
muebles, coches, telefonía, restaurantes, etc. Casi todos los sectores
están implantando este sistema de negocio, pero el interrogante es porque
proliferan. Y puede haber muchas
respuestas, aunque hay una por encima de todas. LA CRISIS.
El tiempo de los
sueldos altos o de los negocios boyantes,
y sobre todo los empleos para toda la vida,
ya son parte del pasado, de ayer mismo, pero ya es historia y probablemente
no vuelva a ocurrir. Por lo tanto, hemos
de decidir o mejor dicho, priorizar los gastos, lo que supone buscar
opciones más baratas al disponer de menos renta.
No hay más alternativa
de sacrificar algo la calidad o
renunciar a la fidelidad de la marca, optar por alternativas que se ajusten al presupuesto, y no solo
las familias, las empresas también.
Este cambio de comportamiento hace que las compañías busquen una marca que satisfaga este tipo de
necesidad, creando marcas de bajo coste para seguir manteniendo a la
clientela.
Esto lleva al
paradigma, que lo que hay que conseguir
es vender, facturar. Al ser los precios más bajos, lo serán los márgenes, por lo tanto, hay que conseguir llenar los aviones, los restaurantes, los hoteles,
etc., al máximo. Por lo que se necesita una campaña de comunicación muy agresiva. También, hay que calcular los costes al milímetro, con el fin de conseguir la
rentabilidad lo antes posible.
Las ofertas de calidad
no desaparecerán, pero tendrán menos
clientela, y será complicado que todas ellas
puedan acceder o vivir del mismo mercado, ya que la mayoría optará, o ha sido obligada a elegir el precio como la única
alternativa, con la esperanza de que vengan tiempos mejores.