Todo nosotros hemos sido estudiantes y uno sabe, o debe saber las horas que
necesita para poder enfrentarse, con
algunas garantías, al examen que debe de presentarse. Lo ideal es seguir
los siguientes pasos: “entender,
comprender y asimilar”. Pero el tiempo utilizado varía según las personas,
algunos lo realizan en menos tiempo
que otros, demostrándolo, obviamente con los resultados obtenidos. Por eso, cada uno tiene un proceso o método para estudiar, el cual
va cambiando a lo largo de la vida, según las dificultades que se vaya teniendo
y sobre todo, por las consecuencias
tanto positivas como negativas.
En las demás etapas de la vida también hay otros procesos, tales como: las
relaciones sociales, profesionales, familiares, etc.; incluso nada más nacer el hombre ya verifica que
ciertas acciones tienen unas reacciones
en los demás, y aprende rápidamente, aquello que es útil, y lo que no, y
sobre todo, se aprecian cambios constantes
durante todo su proceso de desarrollo.
Sin embargo. ¿El
resultado es parte del proceso o es al revés? Como todo, no hay una
respuesta común o categórica, la
experiencia dice que los resultados
pueden inspirar nuevos métodos, sin
embargo, sin un proceso por mínimo
que sea, sería complicado tener un efecto positivo, o lo que es peor, no se sabría el porqué de dicha resolución.
En muchas ocasiones
a algunas personas, generalmente
englobadas geográficamente, tiene la fama de abusar de la improvisación ante las adversidades, acudiendo a la creatividad. Por otra parte, otros
acuden a la planificación obsesiva
de los acontecimientos sin lugar a la flexibilidad, lo que
muchas veces, deja poco espacio ante las dificultades que puedan surgir.
Pero esto no es una ciencia exacta y hemos de ser lo suficientemente pragmáticos para
realizar procesos para cada circunstancia
o las peculiaridades que tengan los escenarios
que surgen en cada momento, o tener la capacidad para adaptarse rápidamente a los imprevistos.
A veces es desesperante, sobre todo en temas económicos, como ciertos
procesos, aunque demostradamente han
resultado negativos, siguen aplicándose a rajatabla, como si de una cuestión
religiosa se tratará, sin ninguna oportunidad a la creatividad. Simplemente
porque no se quiere investigar nuevas
fórmulas, sobre todo para hacer frente a las nuevas necesidades de la
población.
Porque vivimos en un mundo de continuos cambios, los cuales en la mayoría de las ocasiones son
difíciles de asimilar, e incluso nos
desbordan. Ante estos nuevos retos, no podemos acometerlos como modelos antiguos porque las personas ya no
piensan, ni reaccionan de la misma
manera. No podemos seguir con los mismos procesos porque sean conocidos, o porque nos sintamos más cómodos, o porque
lamentablemente no sabemos usar ningún otro.
Al final, o
cambiamos, o el propio entorno nos hará cambiar. Y no olvidemos que los resultados de otros influirán en nuestras
formas de hacer las cosas si queremos conseguir las mismas metas, pero no
serán eternos en el tiempo, más bien,
todo irá mucho más rápido.
Como en la película de la vida, como diría cualquier gran actor: “La improvisación es buena, siempre y cuando este bajo un
guión”. Si sabemos a dónde queremos ir a parar, no solo es importante el destino que queramos conseguir, sino, que no perdamos de vista el camino que
estamos recorriendo, para no salirnos del él.
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