Todos sabemos que en la navegación existe el concepto de la línea de flotación,
es decir, que es el punto en el cual la nave flota. Y es muy importante mantener esa frontera bien
controlada sino queremos que el barco se hunda.
Cuando vemos una película bélica, sobre todo en
batallas navales, siempre sale un submarino,
el cual sigilosamente, como si de un
fantasma se tratará, lanza un torpedo justo
apuntando por debajo de la línea de flotación del objetivo. Si da en la
diana, el barco enemigo, podrá tardar más o menos tiempo se hundirá, o en el
mejor de los casos, estará dañado para el combate. De ahí, el temor de los convoyes que llevaban suministros, ya que eran las
mejores presas para los submarinos, sobre todo los del bando alemán en la
segunda guerra mundial.
En la economía también hay puntos débiles o líneas de flotación, las cuales, muchos
expertos hablan de ellas, aunque algunas no lo sean tanto y otras si lo son, pero se mencionan menos.
Continuamente escuchamos comentarios
sobre los costes, la productividad, la rigidez del mercado laboral, la
formación, etc. Todos estos temas imprescindibles para que una economía
funcione más o menos bien.
Sin embargo, lo curioso es cuando el torpedo no ha sido lanzado por un torpedo enemigo, sino amigo, incluso del mismo país. Es
cuando se comenta que tal empresa se ha disparado en un pie, es decir, ha
cometido un error garrafal, en
muchas ocasiones incomprensible e
imperdonable.
Aunque a nivel de la pequeña empresa pueda ser algo habitual, cuando hablamos de las
grandes cifras vemos que también se
torpedea las líneas de flotación. Un ejemplo ilustrativo: “España vive una burbuja inmobiliaria, la
mayor parte de la producción y de la inversión del país, va destinado a la
construcción”. De repente, por una supuesta falta de mano de obra, se acepta una gran entrada de emigrantes,
los cuales vienen atraídos por el
supuesto el dorado de este sector emergente. Por otra parte, la financiación se dispara a cotas
inimaginables, pero no solo los compradores de las viviendas, sino las empresas que ven más rentable
pedir créditos a invertir con fondos propios, hasta las instituciones
públicas acuden al crédito fácil y barato.
Parecía un
escenario ideal, pero empieza a surgir
la idea de reducir cada vez más los costes, bajando los salarios y sobre todo precarizando los contratos laborales. Y ese fue el torpedo que dio con la línea de flotación.
¿Por qué? Sencillamente, los créditos estaban a unas cuotas cada vez más altas, y al bajar los salarios, despido masivo
de profesionales, y sobre todo la inseguridad
en el puesto de trabajo, dio como resultado que se elevara el riesgo de morosidad. Por un tiempo, las cosas parecían
que no iría a mayores, ya que el mercado
seguía financiándose, pero en fondo se engañaba a sí mismo.
De improviso, los bancos cerraron el grifo crediticio por miedo a los impagos, esto hizo
que como unas fichas de dominó fueran
cayendo una tras otra. Y se formó una crisis que en la actualidad nos
afecta.
Después, hemos sido testigos de cómo el sistema, no solo estaba lleno de fallos, sino de
una verdadera corrupción, la cual
nos sobresalta un día sí, y otro también.
Pero el gran error, en mi opinión, no es solo vivir una mentira, sino, no
haber seguido viviendo de acuerdo con
esa mentira. Si vives en un escenario en
el la especulación es la estrella debes de mantener las rentas para que esa burbuja
se mantenga. No se puede pretender vivir de un negocio cuyos productos sean caros y por otro lado, que los trabajadores cobren poco, sobre todo si
esos trabajadores son los clientes
que compran dichos productos. Al final,
la gallina de los huevos de oro se nos murió, sencillamente porque alguien
pensó que seguiría dando huevos, sin alimentarla……