Las últimas noticias
que nos llegan de diferentes partes del globo, son bastantes preocupantes, pero no solo por razones bélicas, sino por razones políticas y económicas.
Porque sencillamente la población se siente cada vez más desprotegida, además de empobrecida. Lo peor es la total inutilidad
de la clase dirigente, tanto política como económica de cambiar esta tendencia descendente.
Poco a poco, el
individuo, se percata que su soledad ya
no es única, sino global. Ya no solo percibe que no se le defiende, ni se
le representa, sino que ya es una
sensación de toda la ciudadanía, ya que ha caído en la cuenta de la
terrible trampa en la que se ha convertido las democracias, al descubrir que sus votos apenas tienen
relevancia a la hora de las decisiones claves en sus países
correspondientes.
Cierto es que la
población necesita un Führer (líder,
jefe), o un pastor que les guie hacia un destino, o hacia una tierra prometida.
El problema es la elección de ese personaje que sea capaz de realizar esas
misiones.
Como sabemos, la
democracia significa, entre otras muchas
cosas, la delegación de la ciudadanía a unos responsables políticos, los cuales han de elegir las estrategias
para que la nación, a la cual representan, tenga
seguridad y prosperidad. Pero, por desgracia, la mayoría de ellos caen en la tentación de tomar como propios
los recursos de los países que representan, y se olvidan de aquellos que les han cedido la responsabilidad de
gobernar.
Esta
dinámica nos lleva a ver otra realidad, otro mundo, otras
percepciones. Ya lo decía Adolfo Suarez (expresidente de España que lideró la
transición democrática): “Difícil es
saber qué es lo que le ocurre a la población, si uno siempre viaja en
helicóptero”. Porque la percepción es muy distinta a la realidad de la
gente común. Algunos califas se
disfrazaban para mezclarse con la población para tener la información directa
de lo que ocurría, acudiendo a las tabernas y mercados para saber de los
problemas reales que sufría realmente el pueblo, y no solo fiarse de los
informes que recibe de sus colaboradores.
Lo malo es la reacción
contraria, que no es más que encerrarse
en una jaula, no sin saber, sino sin querer saber lo que ocurre fuera de los muros presidenciales o
políticos. Incluso se crea un universo paralelo, con leyes que se aprueban para no tener que dar explicaciones a la
ciudadanía. Con privilegios abusivos, los cuales para algunos no parecen suficientes y caen en la
corrupción.
Aunque lo más
sorprendente es el apoyo de una parte de
la población ante comportamientos, no ya poco éticos, sino incluso ilegales de estos líderes. Pero la explicación es muy sencilla,
sobre todo si algunos reciben
compensaciones económicas o puestos importantes gracias a esos apoyos, sino
de la manipulación de la información y las formas de la transmisión de la
misma. Algunos no comprenden como Hitler
llego a convencer a todo un pueblo alemán, y la respuesta fue por un
mecanismo de propaganda muy bueno, muy eficaz, que sabía vender muy bien, atacando sobre todo a los enemigos
(reales o no) de las desgracias de la población. Gobbels, fue un gran
comunicador, y sobre todo manipulador,
el cual decía: “Acusa a tus adversarios
de hacer lo que tu realmente quieres hacer”. Estas tácticas, no solo fueron
copiadas por los soviéticos, sino por la mayoría de las democracias que descubrieron
el filón de los medios de comunicación.
Ya lo comentaba el propio Hitler: “La
masa es fácilmente manejable y manipulable, solo hay que saber hacerlo”.
Por desgracia hay, en todos los países, especialistas, y de todas las ideologías políticas, que se dedican a estas cosas.
El error, al vivir en esa otra dimensión, es
otra realidad, es no ver, o más bien, no querer ver los cambios en las poblaciones, ya que con el tiempo, y sobre todo con
los adelantos técnicos (Internet), la información
ya no puede ser tan controlada. Cualquiera puede estar conectado con lo que
pasa. La gente comenta o ya son reporteros de lo que ocurre a través de las redes sociales. Observa que sus
dirigentes, lejos de realizar sus
responsabilidades, se han blindado, sobre todo judicialmente, para no tener
que dar explicaciones, lo cual lleva a la impunidad más escandalosa.
Por desgracia,
observamos a los congresos o senados,
en sus manifestaciones que siguen totalmente ajenos a los problemas de la calle, que solo están preocupados en
gestionar los resortes del poder, sobre todo quienes pueden llegar a poseerlo,
y con la intención de permanecer en el el
máximo tiempo posible. Hasta que llegue un momento, en que la situación se haga insoportable, y
como consecuencia, un estallido social.
Curiosamente, y si observamos la historia, los acontecimientos son cíclicos porque con
circunstancias diferentes. Los hechos suelen ser siempre similares,
sencillamente porque los responsables
políticos-económicos siempre creen que viven en otra dimensión.