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martes, 18 de enero de 2022

LA MATRIX

 


Si uno no ha visto las películas, es posible que no llegue a entender el razonamiento, sin embargo, creo la realidad, tal y como la vemos, es la que queremos que exista, que no es precisamente la real. O lo que es lo mismo, querer vivir más una ficción, que la realidad.

Sin embargo, algunos despiertan, y se dan cuenta de cosas, de noticias, de acontecimientos, de cosas que no cuadran. Como ver un poster en tu cuarto, con un idílico paraíso con una fabrica contaminando al fondo. Y te empiezas a hacer preguntas, pero los demás, o no saben, no quieren contestarte, entonces decides buscar tu mismo las respuestas, a pesar de la oposición de los demás, que no entienden esas ganas de perder el tiempo.

Para muchos eso significa rebeldía, para otros será ir contra corriente, pero si llega a triunfar, le dirán que estaba adelantado a su tiempo. Lo curioso, es que aquellos que rechazaban su comportamiento, después lo califican como un genio. Pero todo empieza por sentirse diferente, o por no querer conformarse con lo que hay, con lo que le ofrecen, y busca más allá. Recordemos a Galileo, Copérnico o el mismo Darwin, los cuales se libraron de milagro del escarnio, o incluso de la hoguera.

Pero no seamos hipócritas, todos estamos cómodos en la Matrix, todos estamos seguros y confiados en nuestra zona de confort. Nos gusta más una ensoñación, una esperanza, que la lucha diaria o el tener que afrontar nuevos retos de forma obligatoria. Aunque la propia vida nos pone obstáculos, o simplemente circunstancias que nos obligan a tomar decisiones drásticas, como un despido, una enfermedad o una simple traición, de algo o de alguien.

Al final, la realidad es tozuda, sale en el peor momento, en el peor lugar, en la peor situación. No nos gusta verla, oírla, ni tan siquiera sentirla, como el contagio de una enfermedad, o simplemente, un accidente de tráfico, porque nunca pesábamos que nos iba a pasar a nosotros, por eso, queremos volver a la seguridad de la Matrix, a tener un papá o mamá, que nos proteja, que decida sobre nosotros, que nos guie, y, sobre todo, QUE SEA EL RESPONSABE DE TODO. Y librarnos de la angustia.

En eso se basan muchas ideologías, creencias, religiosas o no, para hacernos creer en universos alternativos, en otras realidades, más amigables, más soportables. En algunas ocasiones lo usamos como una droga para evadirnos de un mundo, que, si bien no comprendemos, sencillamente no nos comprende. La mayoría de los artistas se sienten de este modo, a veces en busca de inspiración, otras como refugio de un mundo depredador y opresor.

En la economía nos pasa lo mismo, nuestra realidad no nos gusta, nos agobia, queremos un pastor que nos guie, que nos proteja, que nos alimente, al ser adultos, es padre, pasa a ser el estado, el gobierno, el político salvador, el cual nos guiará hacia un nirvana, a cambio de nuestro voto. Entonces entramos en su Matrix, en ese circulo vicioso, de voto por comida, por empleo, por una salida, y lucharemos por todo aquel que intente romper ese paraíso terrenal. Sin embargo, llega la realidad, las crisis, los despidos, la corrupción, y entonces llega el despertar amargo.

Al final descubres que existen dos matrixs, la social y la personal, ambas te tienen atrapado, y has de luchar contra ambas, por lo menos, sobrevivir o convivir con ellas, jugando a engaños y desengaños, en un complicado equilibrio de desceñir, la fantasía de la realidad, de la mentira y de la verdad. Viviendo en esas dos dimensiones, como vivir varias vidas en una, sin perder el control de ninguna. Penando, cuando llegará alguien, que me ofrezca la pastilla que me haga salir de la Matrix.


jueves, 31 de marzo de 2016

La otra dimensión de la realidad



Las últimas noticias que nos llegan de diferentes partes del globo, son bastantes preocupantes, pero no solo por razones bélicas, sino por razones políticas y económicas. Porque sencillamente la población se siente cada vez más desprotegida, además de empobrecida. Lo peor es la total inutilidad de la clase dirigente, tanto política como económica de cambiar esta tendencia descendente.
Poco a poco, el individuo, se percata que su soledad ya no es única, sino global. Ya no solo percibe que no se le defiende, ni se le representa, sino que ya es una sensación de toda la ciudadanía, ya que ha caído en la cuenta de la terrible trampa en la que se ha convertido las democracias, al descubrir que sus votos apenas tienen relevancia a la hora de las decisiones claves en sus países correspondientes.
Cierto es que la población necesita un Führer (líder, jefe), o un pastor que les guie hacia un destino, o hacia una  tierra prometida. El problema es la elección de ese personaje que sea capaz de realizar esas misiones.
Como sabemos, la democracia significa, entre otras muchas cosas, la delegación de la ciudadanía  a unos responsables políticos, los cuales han de elegir las estrategias para que la nación, a la cual representan, tenga seguridad y prosperidad. Pero, por desgracia, la mayoría de ellos caen en la tentación de tomar como propios los recursos de los países que representan, y se olvidan de aquellos que les han cedido la responsabilidad de gobernar.
Esta dinámica nos lleva a ver otra realidad, otro mundo, otras percepciones. Ya lo decía Adolfo Suarez (expresidente de España que lideró la transición democrática): “Difícil es saber qué es lo que le ocurre a la población, si uno siempre viaja en helicóptero”. Porque la percepción es muy distinta a la realidad de la gente común. Algunos califas se disfrazaban para mezclarse con la población para tener la información directa de lo que ocurría, acudiendo a las tabernas y mercados para saber de los problemas reales que sufría realmente el pueblo, y no solo fiarse de los informes que recibe de sus colaboradores.
Lo malo es la reacción contraria, que no es más que encerrarse en una jaula, no sin saber, sino sin querer saber lo que ocurre fuera de los muros presidenciales o políticos. Incluso se crea un universo paralelo, con leyes que se aprueban para no tener que dar explicaciones a la ciudadanía. Con privilegios abusivos, los cuales para algunos no parecen suficientes y caen en la corrupción.
Aunque lo más sorprendente es el apoyo de una parte de la población ante comportamientos, no ya poco éticos, sino incluso ilegales de estos líderes. Pero la explicación es muy sencilla, sobre todo si algunos reciben compensaciones económicas o puestos importantes gracias a esos apoyos, sino de la manipulación de la información y las formas de la transmisión de la misma. Algunos no comprenden como Hitler llego a convencer a todo un pueblo alemán, y la respuesta fue por un mecanismo de propaganda muy bueno, muy eficaz, que sabía vender muy bien, atacando sobre todo a los enemigos (reales o no) de las desgracias de la población. Gobbels, fue un gran comunicador, y sobre todo manipulador, el cual decía: “Acusa a tus adversarios de hacer lo que tu realmente quieres hacer”. Estas tácticas, no solo fueron copiadas por los soviéticos, sino por la mayoría de las democracias que descubrieron el filón de los medios de comunicación. Ya lo comentaba el propio Hitler: “La masa es fácilmente manejable y manipulable, solo hay que saber hacerlo”. Por desgracia hay, en todos los países, especialistas, y de todas las ideologías políticas, que se dedican a estas cosas.
El error, al vivir en esa otra dimensión, es otra realidad, es no ver, o más bien, no querer ver los cambios en las poblaciones, ya que con el tiempo, y sobre todo con los adelantos técnicos (Internet), la información ya no puede ser tan controlada. Cualquiera puede estar conectado con lo que pasa. La gente comenta o ya son reporteros de lo que ocurre a través de las redes sociales. Observa que sus dirigentes, lejos de realizar sus responsabilidades, se han blindado, sobre todo judicialmente, para no tener que dar explicaciones, lo cual lleva a la impunidad más escandalosa.
Por desgracia, observamos a los congresos o senados, en sus manifestaciones que siguen totalmente ajenos a los problemas de la calle, que solo están preocupados en gestionar los resortes del poder, sobre todo quienes pueden llegar a poseerlo, y con la intención de permanecer en el el máximo tiempo posible. Hasta que llegue un momento, en que la situación se haga insoportable, y como consecuencia, un estallido social.
Curiosamente, y si observamos la historia, los acontecimientos son cíclicos porque con circunstancias diferentes. Los hechos suelen ser siempre similares, sencillamente porque los responsables políticos-económicos siempre creen que viven en otra dimensión.