Generalmente vivimos con
una tranquilidad, con una rutina, como si el día de hoy fuera igual que
ayer, y mañana pasará exactamente igual. Nos sentimos cómodos, seguros,
confiados, nada puede salir mal. De repente, hay terremotos, señales, algo
preocupante, pero nos dicen que no hay problema, que es algo puntual, que pasará
pronto, que todo esta controlado.
De repente, hay como una
explosión, un ruido ensordecedor, y con asombro vemos fuego, lava, y destrucción.
En un segundo cambia nuestras vidas, no lo podemos aceptar, no lo asimilamos, y
nos dicen que hemos de abandonar nuestra zona de confort, que hay que
empezar de cero, te prometen que no vas a estar solo, que recibirás ayudas,
una mano amiga, que volverás a tener, sino la misma vida, algo parecido. Sabes
que ya nada será igual, que tu casa, tus recuerdos, tu forma de vida, ha quedado
sepultado por la lava, y todo el mundo te dice que al menos tienes tu vida, sin
embargo, no es lo mismo, que tengas 20, 40, o ya te pilla con más de 60.
Si, siempre cuesta afrontar los cambios, dependiendo de tus circunstancias,
será más duro, o no.
Lo malo no es cuando en la
isla de la Palma ha salido un volcán, sino cuando algo demoledor aparece,
creado por la acción humana, por decisiones económicas, las cuales, son de
otras personas, de empresas, de instituciones, de gobiernos o de grupos de
poder. Te pilla en medio de un desastre, que, sin comerlo, ni beberlo, te ha
tocado, y tiene las mismas consecuencias que un desastre natural, porque
rompe todo lo establecido, todo lo que tenías, se ha ido por una pandemia, por
una crisis energética, por una crisis diplomática, o por un crash económico.
Los damnificados, supuestamente
tendrán ayudas, pero otros no, la burocracia, la edad, la voluntad, y sobre
todo, la incapacidad de adaptarse a un mundo cada vez más cambiante, más
vertiginoso, un mundo vivo y caprichoso, que muchas veces, después de un golpe,
viene algunos más, y ya piensas que te han echado un mal de ojo.
Al final, has de entender que
la realidad, es la que es, cambiante, viva, incluso apasionante, si
entiendes que cada nanosegundo es diferente al anterior. Ser un ser
vivo, que desde la prehistoria se ha tenido que adaptar a todo tipo de contratiempos
para sobrevivir, y ahora no es lo mismo, con tecnología, con más
conocimiento, sin olvidarnos que nuestra casa es caprichosa, tanto nos da la
vida, como nos la quita. Porque nunca pasa nada, hasta que todo cambia de
repente, la única diferencia es que puedes ser capaz de intuir esos cambios,
y cambiar, si puedes, antes de que el te cambie el propio volcán.