Hay muchas películas bélicas,
de todas las épocas de la historia, algunas con menor o mayor rigor histórico,
o mayor realismo. Todas intentan escenificar el arte de la guerra y sus
consecuencias que tienen en sus protagonistas, sean directos o indirectos. A veces
juzgando a cada bando, de forma interesada, sobre bandos, como los buenos y los
malos. Donde al final, los soldados y civiles, lo que realmente les importa es
sobrevivir a ese horror, a esa pesadilla, y no la utilización política de la
contienda, ya que al final, hay huérfanos, viudas, seres queridos, en suma, que
desaparecerán para siempre, y muchos ni se saben dónde están sus cuerpos.
Hay una película, que refleja
la transformación de un combatiente, al cual se le entrena para una guerra
brutal, como fue la de Vietnam. Se titula: “La chaqueta metálica”. La película se
divide en dos partes, una el entrenamiento y otra la guerra en sí. Ambas reflejan
con el mayor realismo posible, las dos realidades. La primera una instrucción que
raya en lo inhumano, tanto mental como físicamente, llevando al limite a cada
recluta para aprender rápidamente, y enfrentarse a lo que se le viene encima, incluso
lleva a la locura a uno de ellos.
Cuando están en Vietnam, hay
una escena, en la cual, dos compañeros de instrucción, se encuentran en plena
batalla, y uno le comenta al otro, que gracias a la dureza del sargento
instructor, han podido sobrevivir hasta ahora, y tienen alguna posibilidad en
el futuro.
Esto lo podemos trasladar al día
a día, donde nuestra instrucción se debe a la educación que elegimos para
enfrentarnos a la contienda profesional, y dependiendo, no solo de los
conocimientos, sino de la actitudes que aprendamos, tendremos más posibilidades
tener oportunidades en ese conflicto, social y profesional.
Sin embargo, hay diferentes
instrucciones, hay pasos para llegar más lejos, y es alistarnos en las “FUERZAS
ESPECIALES”, donde hay universidades, escuelas de negocios, institutos, academias,
que tienen algo especial, algo diferencial que nos hará mejores que los que solamente
han tenido la formación básica. Y en un mundo tan competitivo, aquellos/as que tienen
ese hecho diferencial, son los que llegarán a los puestos más altos, y que
después se mantendrán más tiempos. A la vez que no pararán de recibir información
y formación.
Ahora, si un sargento/profesor/formador,
hace el papel de un sargento de hierro, porque tiene la vocación, o sobre todo
la decencia de explicar la realidad a sus alumnos, por muy dura que sea, se
encuentra en una realidad de lo políticamente correcto, de no hay que decir o
hacer, lo que nadie quiere oir o ver. Por lo que ha de resignarse a que sus
soldados, irán menos preparados, y tendrán menos oportunidades. Ya que el
talento es importante, pero sin el entrenamiento adecuado, será casi imposible.
Alguno hablará de las lucha de clases, pero siempre existirán esas clases, cuando
no aceptamos la realidad de ver un mundo cada vez más duro, más cruel, y sobre
todo cambiante.
Hasta el soldado patoso, se convirtió
en una máquina de matar, aunque le costo perder la cabeza, ya que todos podemos
decidir en que guerra empresarial queremos luchar, y hasta donde quieres
llegar. Si quieres llegar alto y lejos, has de entrenarte en las “Fuerzas especiales”.