Como todos sabemos,
el final de las religiones politeístas, es decir, la creencia
de la existencia de varios dioses. Para responder a las siempre
interrogantes que la humanidad se ha planteado, como el misterio
del sol, la lluvia, la noche, el fuego, etc. Hasta que llego la
ideología que todo habría sido obra de un solo dios, lo cual
conmociono el mundo antiguo. Aunque ese cambio, en fondo, era más
sencillo, al venerar a un solo creador, en vez de un sinfín de
personajes, a los cuales hoy en día se les sigue dando culto en
algunas zonas del mundo, como por ejemplo en la India.
En la economía,
siempre ha existido diferentes escuelas o teorías, las cuales
tienen sus devotos, defensores, incluso fanáticos, los cuales
pueden llegar a defender sus tesis, como de si una religión se
tratara.
Hasta ahora, parecía
que eran dos las vías que más seguidores tenía, una basada en
la economía planificada, y otra en la libertad de los mercados.
Estas filosofías tan antagonistas tuvo su espejo en la llamada
guerra fría, que no era otra cosa que el gran conflicto que
surgió en entre ambas, después de la segunda guerra mundial.
Cada una defendía
sus argumentos con los resultados en la mano, utilizando
cualquier medio mediático, deportivo o económico, para
ridiculizar al rival. Aunque cada una de ellas, tenía sus
virtudes y sus defectos. Y lo que empezó como una contienda
intelectual, termino calando en todos los estratos de la
sociedad, pero con la consabida manipulación de la
información. Para que los mensajes fuera fácilmente entendidos
para el resto de la población, tal y como se realizan en algunas
religiones, que intentan facilitar o traducir los escritos de los
libros sagrados, para poder ser asimilados por todos. Al
final, hubo un vencedor, la linea liberal, la cual defendía, a
grandes rasgos, que los mercados se autorregulaban, y en
consecuencia la economía sería más justa, a la vez que estable.
Sin embargo, al través del tiempo, hemos comprado que no es del
todo así.
En estos últimos
tiempos, la sociedad ha seguido progresando, y necesita que
los mensajes se adecuen a la realidad, la realidad de los
acontecimientos. Ya no sirven recetas adulteradas o digeridas
para una mayoría. En gran parte por culpa de las nuevas
tecnologías, las cuales pueden difundir las ideas y las
reflexiones a cualquier lugar del mundo, y en cualquier momento.
Necesitamos
ideologías realistas, creíbles, no enfocadas en el pasado, sino
coherentes con el presente y sobre todo con visión de futuro. No
ya como la consecuencia de una evolución intelectual, sino por la
necesidad imperiosa de satisfacer a una población, cada vez
más numerosa, de respuestas que se traduzcan con hechos. Ya
no sirve (respetando todas las creencias), que los dioses o
creadores hagan su voluntad y los demás tengamos que acatarlas.
Somos nosotros los que en la mayoría de las ocasiones, directa o
indirectamente, marcamos las líneas de nuestro destino.
No es de recibo que
hoy en día, tengamos que sufrir las decisiones arbitrarias de
una serie de dioses económicos, los cuales deciden más por
su propio beneficio, en vez de satisfacer las necesidades de una
sociedad, a las cuales prometieron defender.
Estos dioses, suelen
alternarse en el poder, cada uno con un discurso diferente al
resto, aunque, sospechosamente, obtienen parecidos resultados,
o parecen responder a los mismos intereses.
Los habitantes,
los ciudadanos, la humanidad en general, demanda dirigentes
terrenales, los cuales no terminen endiosándose, y
encerrándose en sus particulares olimpos. Necesitamos respuestas
creíbles, y sobre todo, que también sean responsables de sus
propios actos. Porque la humanidad continuamente ha luchado en
nombre de dioses o deidades, pero inevitablemente hemos sido los de
siempre, los que realmente ha sufrido las consecuencias......
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