Cuando
uno piensa en el mañana, siempre mira al retrovisor, porque muchas
veces, la experiencia nos dice que lo sucedido en el pasado, suele repetirse
en el tiempo, como un patrón, un bucle, una estacionalidad, como ondas, que
suben y bajan. Lo podemos ver en las crisis económicas, en las modas, en
los conflictos armados, en las erupciones volcánicas, o en las caídas de
meteoritos.
Sin
embargo, estos ciclos, no siempre se cumplen, o son muy caprichosos,
porque no cuadran los tiempos, u ocurren más temprano, o más tarde, como la
pandemia que estamos sufriendo actualmente. Por eso, las predicciones o los
profetas, en este caso económicos, jugamos con parámetros cada vez más
inciertos, menos controlables, ya que, en los últimos tiempos, la
incertidumbre lo ha abarcado todo, sin saber que pasará mañana o pasado.
Ahora
bien, tenemos claro que existen tres frentes que no podemos dejar de
ver, como la pandemia del COVID-19, la crisis energética, y los conflictos
entre países, que ya no son estados pequeños, sino superpotencias que
juegan con fuego, o de amago de contiendas, sin perder de vista la situación
de España y Sudamérica, que también nos afecta directamente.
El
virus, sigue adelante, a veces nos da más sustos, y otras parece algo dormido, pero siempre está ahí. Ahora,
está mutando en varias variables, algunas más contagiosas, pero menos letales,
ya que nos quiere para reproducirse. En mi opinión es el peligro de que nos llegue
una gran mutación, al estar en contacto con tantas personas, con tantas
variables activas, además del intercambio hombre-animal, lo cual puede volver a
producirse, o a referirse, en un pequeño espacio de tiempo. Esperemos que no
sea letal, o por lo menos, no afecta tanto a la economía mundial. Pero tenemos que prepararnos para futuras pandemias, porque el estilo de vida que llevamos es
propenso a nuevos virus, sean naturales o no. Aprendamos de esta
experiencia, para un futuro, que me parece que volveremos a padecer sucesos de
esta índole.
Por
si fuera poco, los carburantes y la energía, han experimentado una
subida considerable, en gran parte por las tensiones geopolíticas, de ciertos
estados que han visto la posibilidad de chantajear a países desarrollados,
los cuales no han pensado en su
independencia energética,
dedicándose a las energías renovables, olvidándose de otras alternativas más
contaminantes. El problema ha surgido cuando la demanda ha superado la
oferta, y se ha tenido que acudir a terceros países que suministren gas,
petróleo y carbón, los cuales han aprovechado la oportunidad para
encarecer los precios, lo que ha conllevado a una inflación preocupante, en
todo el mundo, pero sobre todo en Europa. Y creo que el próximo año,
esto se agravará, porque ya hemos demostrado nuestra debilidad en este aspecto,
y seguirán aumentado los precios, a no ser que aparezca otra nueva
fuente de energía, y no creo que eso ocurra a corto plazo. Además, de eso,
la escasez de suministros, con la pandemia, se está preparando una crisis económica colosal, la cual puede llevar a una situación parecida
a la del 29, la cual derivo en un gran conflicto armado global. Y viendo la
situación geopolítica actual, no es descartable, pues la chispa puede saltar
en cualquier momento.
A
esto, lo trasladamos a dos puntos calientes, como una posible contienda entre Ucrania
y Rusia, por un lado, y la de Taiwán contra China, pues tenemos el plato
servido de un conflicto a escala planetaria, ya que Estados Unidos, y Europa,
apoyan a ucranianos y taiwaneses. Esperemos que la sangre no llegue al rio,
pero con estado de ansiedad en que está sumergido el mundo, por culpa de la
pandemia y de la economía, cualquier hecho aislado puede llevar al
desastre, sobre todo si los dirigentes actuales no tienen la suficiente sangre
fría. Esto sin olvidarnos del estado islámico y los talibanes, que pueden
volver a realizar atentados en cualquier lugar del mundo. Esperemos que las
fuerzas de seguridad estén atentas ante esta amenaza, que puede perjudicar,
más aún si cabe, la economía de los países.
El mundo latino, no lo puedo ver con optimismo, ya que veo que la deuda no hace más que
aumentar, por políticos más preocupados por su futuro, que el futuro de sus
propios países. Sobre todo, que, si ya había diferencias sociales, y mucha
pobreza, el virus ha agravado aún más la situación, pero sin una política de emprendimiento, de que clase media cree riqueza, el circulo
vicioso será interminable, infinito. En
España que se han aprobado unos presupuestos alejados de la realidad,
con un gasto público debocado, con un
país que ha de cambiar toda su forma de trabajar, copiando los horarios europeos, involucrando a
los agentes sociales a ser más competitivos, tanto con Europa, como del resto
del mundo. Sin embargo, no veo al español medio con ganas de cambiar,
pero los datos van a ser claros que la salida está en crear nuevas empresas,
nuevos negocios, nuevos sistemas económicos, que el mundo ya está trabajando
en ello. No podemos perder la oportunidad de no
subirnos al carro con los fondos europeos, para mimetizarnos con los países del
norte. Aunque, viendo la situación política, con tanta radicalización y una
potente división territorial del país, será algo complicado.
Veremos
como discurren los acontecimientos, porque ya nos son solo retos, sino
obligaciones, que todos hemos de cumplir, tanto los que gobiernan, como los
gobernados. Deseo que para el
2022, reine la mesura en las decisiones de los lideres mundiales.
Probablemente lo pasemos algo mal, pero que nos sirva de trampolín de
futuros años de bonanza. Porque si
seguimos haciendo las cosas igual vamos a tener siempre los mismos resultados.