Como se suele decir, la vida da muchas vueltas, o más bien somos nosotros la que damos vueltas alrededor de nuestras vidas. La verdad, sin duda, que una cosa es como queremos vivirla y otra es como la vivimos. Parece un juego macabro en el cual no sé si soy el protagonista o simplemente un espectador. Lo único que se, es que por una parte intento decidir por mi mismo las acciones que quiero tomar, pero por otra, surgen circunstancias que hace que las que tome, no sean para nada las deseadas.
Por eso mismo, en la historia de la humanidad ha surgido como una lucha entre las necesidades y los deseos. Bien porque nunca hemos podido ser lo suficientemente libres del todo para poder elegir, o porque una vez que hemos elegido nos sentimos insatisfechos.
He ahí cuando las circunstancias nos obligan a replantearnos cuales pueden ser los rumbos que hemos tomar, según la situación que tengamos en el enorme mar de la existencia. Sobre todo porque nos vemos limitados cada vez más por dos grandes maldiciones: el tiempo y el dinero.
El primero nos limita las propias acciones, porque en un principio creemos que tenemos todo el tiempo del mundo, pero más tarde nos damos cuenta de que nos faltan horas para hacer todo lo que quisieramos. Y la gestión de ese tiempo, que inexorablemente se escapa.
Por otro lado, tenemos: "El poderoso caballero, llamado don dinero", como decía le maestro Quevedo. El cual puede hacer y deshacer a su antojo, el cual puede y realmente lo consigue, que nuestros pasos en la vida, sea de una manera u de otra.
He aquí el dilema de seguir una vida social o espiritual, si se quiere denominar así, o seguir una vida económica, donde lo más importante es lo material. Vales según tu cuenta corriente, tus posesiones o tu nivel social, o en algunos casos, tu profesión.
Hay muchas formas de dar sastisfación a la propia vida, sentirnos llenos o sentirnos vacíos, según la filosofía a la cual queramos pertenecer.
La cosa se complica cuando nuestras decisiones no solo nos afectan a nosotros, sino que la vida de terceras personas están en nuestras manos, donde las decisiones y acciones que realizamos, no solo nos afectan personalmente, sino que también a esas personas pueden quedar marcadas por las mismas.
En ese caso, la vida económica es cada vez más importante, más crucial, ya que perseguimos, no solo una satisfacción a corto plazo o placentera, también buscamos una seguridad a largo plazo. El futuro no esta garantizado para nadie, pero queremos llegar a los últimos días con un nivel de vida aceptable, y que nuestra descendencia pueda tener la oportunidad de poder tomar sus decisiones desde una posición menos traumática, o por lo menos, con las máximas garantías de éxito.
Es cierto que en el mundo occidental no hayamos decantado por lo material, sobre la imagen, sobre el que dirán. En una dictadura de un éxito rápido, bello y sobre todo suntuoso. Aunque al final sentimos un vacío de no saber si con eso es suficiente, porque morir, moriremos todos algún día. Y por desgracia, es raro que alguien este realmente contento con la vida que haya tenido. Porque al final, siempre estaremos INSATISFECHOS. En definitiva, en mi opinión, si uno tiene la conciencia tranquila, de no solo lo que ha hecho, sino por lo que ha intentado hacer, es suficiente.
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